JODIDOS, PERO CONTENTOS

JODIDOS, PERO CONTENTOS

Vicios del Servicio es una hilarante crónica de actualidad donde unos personajes con una estrafalaria vida privada se ven afectados por la crisis económica. Una entretenida historia sobre la corrupción de nuestra sociedad, la solidaridad, las relaciones de pareja y la búsqueda de la felicidad. Porque, en palabras de una de las protagonistas de la novela:" Nadie es tan desgraciado como para no querer ser feliz." En definitiva, se trata de una forma divertida de abordar la devastadora coyuntura por la que atravesamos. Como diría otro personaje de la obra: "Estamos jodidos, pero contentos".

miércoles, 4 de octubre de 2017

INDEPENDENCIA

    


     -Cariño, ¿tú quieres ser independiente? -pregunta Climent a su esposa mientras coloca el jamonero sobre la encimera de la cocina.
     -¿Por qué lo dices, mi vida? -contesta Remedios que está troceando patatas para hacer una tortilla.
     -Me ha dicho la cajera del súper que, si somos independientes, no estaremos reprimidos y viviremos mejor -dice el marido antes de cortar una fina loncha de jamón del con un cuchillo cebollero que tiene el mango decorado con el escudo del Barça.
     -Pero ya somos independientes, hombre.
     -Eso depende, mujer.
     -¿No hacemos lo que queremos sin ayuda de nadie?
     -Eso sí.
     -Imagina que necesitamos a una persona para que nos ayudase a ir al baño o para comer como les pasaba a tus clientes cuando trabajabas.
     -Claro, claro.
     -Y tampoco le tenemos que obedecer a nadie para que nos mantenga. Mira el Manolo con su mujer.
     -¡Ostras! Es verdá. Como él no cobra nada del paro, tiene que hacer lo que ella le manda y si no lo castiga sin tabaco.
     -¡Che! Pero si lo deja sin tabaco, no es un castigo, es un premio porque el tabaco mata, lo pone en los paquetes.
    -Pero a él le gusta fumar y, si no puede, lo pasa muy mal y se estresa eso también es malo para su salú.
     -Entonces, ¿qué es mejor un hombre sano estresao o un hombre enfermo relajao?
     -Un hombre que no fuma pero que no se estresa porque su mujer le deja hacer lo que le gusta -afirma Climent con aire relajado.
     -¿Y si la que se estresa es ella porque su marido no le hace caso?
     -La mujer  siempre se puede fumar un cigarro para relajarse.
     -Y el marido hacerle caso a ella para no estresarse, ¡leches!
     -Claro, claro.
     -Menos mal que nosotros cobramos buena paga por la invalidez, si no, no seríamos independientes y estaríamos reprimidos.
      -Eso es verdá. Si no tienes dinero, no te apetece hacer el amor. ¿Te acuerdas que antes de empezar a ganar un sueldo los dos? Lo hacíamos menos que ahora -dice el marido con el rostro cubierto por un ligero rubor.
     -Y te reprimes más, ¡che! -contesta ella en el momento en que vierte las patatas troceadas en una sartén que tiene al fuego.
     -La Dolors también dice que si somos independientes seremos como los suizos. 
     -Yo vi un documental en la tele y allí hay muchos suicidios. Como hace mucho frío y casi no les da el sol, se deprimen mucho.
     -Claro, claro. Por eso se llama suicidio, por los suizos.
     -Pues si los independientes se suicidan más, no le veo la ventaja.
     -Además, los suizos no tienen jamón serrano como aquí.
     -Ni tortilla de patatas -responde la mujer antes de comenzar a picar una cebolla.
     -Ni queso tan bueno como éste -dice él mientras se dispone a cortar una cuña de manchego.
     -Es verdá, sus quesos no valen na: están llenos de agujeros.
     -Y dice la cajera que estamos ocupados.
     -Esos son los de los pisos del bloque de enfrente, los del banco.
      -Nosotros  estamos desocupaos.
      -Pero no somos parados, somos pensionistas -puntualiza ella echando en la sartén la cebolla picada.
      -Ya, mujer. Lo que quería decir es que no estamos ocupaos.
      -Y no nos tenemos que preocupar porque nuestro piso no está vacío.
      -Entonces no somos ocupados, somos despreocupados.
      -Hombre. Visto así…
      -También me ha dicho la Dolors que tendremos más libertad si somos independientes.
      -Eso depende -contesta Remedios mientras remueve el contenido de la sartén con una cuchara de madera.
      -Claro, claro. Si yo me independizo de ti, estaré soltero y seré más libre para estar con otra mujer. Y tú lo mismo, pero al revés.
      Dos lágrimas resbalan por las mejillas de la mujer mientras comienza a sollozar. Cuando el marido es consciente, deja el cuchillo y el queso para abrazar a Remedios por la espalda.
     -Perdona, cariño. Lo he dicho solo por seguir la conversación. No quiero ser independiente. Te lo juro.
     -Yo tampoco, mi vida -dice ella después de depositar la cuchara de madera en la encimera y volverse-. Yo tampoco quiero ser independiente.
     Y la pareja se funde en un beso interdependiente.


César Blasco