JODIDOS, PERO CONTENTOS

JODIDOS, PERO CONTENTOS

Vicios del Servicio es una hilarante crónica de actualidad donde unos personajes con una estrafalaria vida privada se ven afectados por la crisis económica. Una entretenida historia sobre la corrupción de nuestra sociedad, la solidaridad, las relaciones de pareja y la búsqueda de la felicidad. Porque, en palabras de una de las protagonistas de la novela:" Nadie es tan desgraciado como para no querer ser feliz." En definitiva, se trata de una forma divertida de abordar la devastadora coyuntura por la que atravesamos. Como diría otro personaje de la obra: "Estamos jodidos, pero contentos".

sábado, 29 de julio de 2017

SORTEO DE 10 EJEMPLARES DE "VICIOS DEL SERVICIO" EN GOODREADS

       
                                             
                                                                 MALOS HÁBITOS

     -El Abelino me ha dicho que mañana le llega la lotería de navidá -anuncia Climent cuando entra en el salón comedor donde Remedios está planchando.
     -Vale, ¿pero tú has tirao la Primitiva? -pregunta la mujer sin levantar la cabeza de la tabla de planchar.
     -¿Cómo voy a tirar la Primitiva? La he echao porque, si la tiro, luego no la tenemos y no la podemos cobrar si nos toca.
     -¿Pero dónde las echao, listo? Porque si las echao a una papelera o a un buzón de correos tampoco la tenemos.
     -Me la he echao al bolsillo.
     -Pero primero te la sellao el Abelino, ¿no?
     -Claro, claro. Me la sellao.
     -¿Y el Euromillón? -dice ella mientras coloca la camisa recién planchada en el respaldo de una silla.
     -También. Sellao y echao al bolsillo -asegura Climent a la vez que comienza a extraer papeles del bolsillo trasero del pantalón.
    -¿Y cuándo empieza y la quiniela?
    -Aún falta.
    -¿Y has ido a ver al de la ONCE?
    -Sí que he ido a su caseta, pero como el Jordi es ciego de la vista, no nos hemos visto.
    -¡Che! Él no te habrá visto, pero tú sí lo habrás visto.
    -Entonces, no nos hemos visto los dos.
    -Visto así, tienes razón. Pero, ¿le has comprao el Cupón y los  Rasca? Trae pa´ca, chiquet.
   La mujer coge todos los boletos que Climent ha depositado sobre la mesa del comedor  y, después de examinarlos, le da un boleto a  su marido mientras ella coge otro igual. Y sin mediar palabra, ambos comienzan a rascar su papel con sendas monedas.
     -Nada -dice ella.
     -Ostras, yo también nada.
    -¿Y has preguntao cuándo venden el especial de la ONCE?
    -Que sí, que hasta después del especial del verano no lo venden.
    -Ahora bajas a comprar el pan y te pasas por el quiosco a mirar si nos ha tocao la Loto rápid de los catalanes -ordena ella mientras rebusca en un cajón del mueble del comedor.
     -Vale.
     -Y compras dos números de  la Grossa de navidà -dice Remedios tendiendo a su marido el boleto de la Loto rápid.
    -Ya la compré la semana pasada. No te acuerdas que te lo dí.
    -Es verdá. No me acordaba.
    -No sé pa qué compramos tanta lotería si luego no nos toca nunca -dice Climent mientras se rasca el cuero cabelludo compulsivamente con la mano derecha.
     -Eso es verdá. No tenemos suerte. Como dice el refrán: desafortunado en el juego, afortunado en amores.
     -Es al revés: desafortunado en amores, afortunado en el juego.
     -Es lo mismo: el orden de las fortunas no altera el producto -concluye ella.
     -Por eso no nos toca nunca la Primitiva.
     -Pero eso no es siempre verdá porque José Luis el vecino del bajo primera, le tocó la Primitiva y se compró un BMW y enseguida se echo novia.
     -Sí pero antes era solterón. Fue después de que le tocará cuando tuvo tantas novias. Antes tenía un Fiat y no ligaba nunca -explica Climent.
     -Pero igual las novias no eran buenas y sí que era desafortunado en amores.
     -Yo conozco a un hombre que no es afortunado en el juego y encima lo ha dejao la mujer -objeta Climent- . Es el Ramonet, el de la Asociación, y está enganchao al juego por el internet. Tiene una enfermedá que se llama ludopatía. Me lo dijo él.
     -Si es Ramonet, el cojo de la pata que está siempre en la tragaperras, la enfermedad será ludo-patilla, que no te enteras.
     -Da igual. El caso es que estaba enviaciao a jugar al póker en el ordenador de su casa y los bancos le tienen embargada la pensión y la mujer lo ha dejao.
     -Lo que no entiendo, es ¿por qué lo llaman juego? -se pregunta Remedios mientras coge otra camisa del montón que hay en el sofá-. Si cuando juegas a algo te diviertes y en el casino hay gente que se arruina y eso no será muy divertido para ellos. ¡Che!. seguro que al Ramonet eso no le parece divertido.
     -Claro, claro. Pero con su dinero otros sí que se divierten: los dueños de los casinos y las casas de apuestas del internet.
     -¡Che! ¿Y por qué no lo prohíben como las drogas o las armas? -pregunta ella comenzando a colocar la camisa en la tabla de planchar.
     -Porque los políticos son muy viciosos y a todos les gusta jugar. Por eso tienen que estar siempre robando, para pagar las deudas del juego y no tener problemas con la mafia.
    -Es como las películas, si no pagas al corredor de apuestas, que es un mafioso muy malo, luego te rompen las piernas.
    -Ostras. Eso si tienes suerte, porque, si no, te pegan un tiro.
    -Pero, si tienes suerte y ganas, ya no le debes nada al mafioso.
    -Claro, claro. Pero la casa siempre gana en los casinos, así que el jugador siempre pierde. Y, si no tiene para pagar, le machacan los dedos con un martillo que yo lo vi en una película.
    -Eso era porque hacía trampas.
    -Bueno. Nosotros, por si acaso, no iremos a ningún casino. Que luego siempre salen con alguna extremidá fastidiada -asegura Climent mientras mueve los dedos de sus manos con los brazos en alto.
    -Ni al bingo. Que sales con dolor de cabeza.
    -Ostras. Es que cada día lo hacen más complicao.
    -Será por eso que dicen que no hay que intentar a la suerte -dice la mujer.
    -Pero con la lotería y los cupones no pasa lo mismo y puedes intentar a la suerte sin que te partan las piernas.
     -Porque son sorteos públicos, chiquet.
     -Claro, claro. Entonces no hay que intentar a la suerte privada.
    -Exacto.
    -Menos mal que nosotros no estamos enviciaos, cariño -dice el hombre antes de acercarse hasta su esposa y coger con dulzura sus manos.
    -¡Qué suerte tenemos, mi vida! -asegura Remedios abrazándose fuertemente a su marido.


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¡SUERTE!

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